Novatda

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Está todo el mundo durmiendo en sus literas en un cuarto oscuro y sucio de un cuartel donde hay vomitivo tufo a pies. Un recluta delgado y alto se levanta y llama a un amigo, un tío cachas de metro noventa. Después de coger puñales, cuerdas y una lona se dirigen hacia la litera del novato. En un instante, mientras uno le amordaza el otro le ata de pies y manos y le envuelve en la lona. Lo cogen entre los dos y lo tiran por la ventana, la altura que hay desde el primer piso hasta el suelo adoquinado no es muy grande pero al caer se oye el crujir de los huesos del brazo izquierdo al partirse en mil pedazos. Bajan las escaleras descojonandose y lo recogen del suelo, con cada movimiento se oye un quejido lastimero que es respondido de vez en cuando con una patada en la cabeza o en el brazo que cuelga.
Llegan al cobertizo donde se reparan los distintos vehículos, lo sacan de la lona, cuando asoma su cara no pueden resistir la tentación y se dedican darle puñetazos. Cuando su cara se ha convertido en una especie de plasta deforme y sangrienta, deciden poner en marcha un motor. Enseguida agarran al desgraciado y le meten la mano sana en un mecanismo lleno de ruedas dentadas, cuando la maquina empieza a comerle los dedos el tío empieza a sacudirse a lo que el recluta delgado responde dándole una ostia con una enorme llave inglesa en la sien. Aquello parece una licuadora: por arriba entra el brazo, por abajo sale una especie de zumillo rosado mezclado con grasa de motor y algún que otro tropiezo de huesos y carne.
Ya no le queda más que la parte superior del antebrazo, y para librarlo de la voraz máquina pegan un fuerte tirón del novato, pero la maquina no lo suelta, lo vuelven a intentar más fuerte y esta vez sí lo liberan pero se le desgarran lodos los músculos del brazo, alguna arteria que otra sigue saliendo de lo que queda de su brazo para meterse en la maquina, pero pronto se parte salpicándolo todo de sangre.
El novato consigue ponerse de pie e intenta salir corriendo, en ese momento el organizador de esta orgía de sangre saca su arma y le pega un tiro en cada rodilla. De la primera sale un liquido trasparente y gelatinoso al principio, luego empieza a salir sangre, en la segunda pasa lo mismo, solo que al dar el tiro un poco más arriba la rótula sale disparada, el otro recluta la coge y se la guarda de recuerdo.
Una vez en el suelo el soldado que ahora tiene tres rótulas decide pillarse algún recuerdillo más. Al agitar las piernas por el dolor llama la atención sobre sus dedos gordos de los pies. El fetichista coge unas tenazas y le corta el dedo gordo del pié derecho, se retuerce de dolor y se lleva el brazo roto a la nueva herida y entonces le ve el dedo meñique, con las enormes tenazas lo corta y se lo mete también al bolsillo de la cazadora. Sus lastimeros quejidos y chillidos empiezan a resultar molestos así que mientras uno le separa las destrozadas mandíbulas el otro le agarra de la lengua y se la corta. El fetichista no puede aguantarse y decide guardarla también.
Los dos sádicos se miran mutuamente y se preguntan que hacen ahora. Al flaco se le ocurre colgarle de un gancho, se dirige al petate donde traían las armas y saca un enorme machete de los que se usan para avanzar por la selva. Agilmente empieza a quitarle grandes trozos de carne de las piernas poniendo cuidado en no cortar ligamentos, de manera que los huesos se mantengan unidos. Los pedazos de carne sanguinolenta caen al suelo como boñigas de baca y el desgraciado escupe enormes coágulos de sangre cada vez que empiezan a cortar un cacho nuevo. Después de un par de minutos ya no le queda carne en las piernas, el pobre desgraciado tiene un cuerpo mutilado por arriba y solo huesos sanguinolentos de cintura para abajo. Con enorme sufrimiento el novato mueve el brazo roto intentando agarrar a su verdugo, pero, el flaco, aprovechando que tiene el machete en la mano, le corta el brazo a ras del hombro.
El otro soldado coge una enorme grapadora y sin pensárselo dos veces le dispara una docena de grapas en los genitales. Cuando ya están destrozados, decide graparle las orejas a la cabeza u luego le revienta un ojo. El ojo libera un liquido claro en un principio que luego se vuelve sanguinolento. Empieza a tirar de lo poco que queda del ojo y primero salen unos pequeños músculos alargados, y, entre ellos, un cordón negro, el nervio óptico. Lo agarra fuertemente u pega un brusco tirón. Sale un montón de sangre de la cuenca vacía, de su mano cuelga el nervio y del nervio cuelga a su vez un pedacito de cerebro.
El novato ya está agonizando, mientras el flaco va al cuartel a por unos botes de ácido desatascador de desagües el otro elige un cuchillo con el que rematar la faena. Le abren desde debajo del cuello hasta el ombligo, sus intestinos caen al suelo y su corazón, ahora a la vista, palpita rápido. Echan el ácido sobre el corazón, que late ahora más rápido. Poco a poco el ácido se va comiendo el órgano vital y conforme va deshaciéndose la sangre empieza a escaparse por todas partes. Finalmente el novato, comido por el ácido, cae del gancho y su cabeza cae entre sus intestinos que aún realizan movimientos peristálticos.

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