Leccion de Anatomia

|
El hedor que se respiraba en la habitación era insoportable. La sangre se encontraba decorando las paredes de aquel apestoso lugar, y en el centro, el cuerpo de un pobre desalmado que está siendo sometido a las peores atrocidades que se puedan pensar. Junto a el se encontraba su agresor. En ese mismo momento, este agarro un martillo empleado por sus ancestros para desnucar el ganado, lo levantó al aire y le asestó un terrible mandoble en la boca. La sangre estalló en su boca. Los dientes y labios estaban partidos. Las encías totalmente desgarradas. El desgraciado emitió un alarido de dolor que podría haber estremecido a cualquier persona pero con su verdugo no ocurrió así.

El agresor era bastante conocido en la ciudad, donde se le llamaba Skinface (Cara de Piel), ya que según atestiguó la única víctima que logró escapar de su matadero, a la hora de empezar su macabra faena, Skinface se colocó una máscara de cuero, que el mismo confesó haber elaborado a partir de los trozos de piel del cuerpo de su primera víctima, una niña de 3 años.

Tras el tremendo grito de dolor, Skinface mandó callar a su corderito, y para que dejara de moverse optó por clavar sus extremidades a la mesa donde yacía desdentado y sanguinolento.

A continuación Skinface comentó en tono jocoso:

- Es ahora cuando comienza el auténtico juego. Te voy a dar una verdadera lección de anatomía -. Entonces abrió un cajón de la mesa y sacó su más preciada reliquia. Su máscara de cuero humano. La encajó en su rostro y se dispuso a continuar su carnicería. Skinface se agachó un momento para coger algo que parecía ser un enchufe y lo conectó. Un chirriante sonido se empezó a escuchar. Sonaba como un especie de batidora. La víctima desconocía la procedencia de aquel ensordecedor ruido, pero supuso, entre convulsiones, que nada bueno debía ser, hasta que finalmente Skinface levantó su nuevo juguete. Era un taladro de grandes dimensiones. Cara de Piel lo apuntó hacia el cráneo de la víctima y se lo hundió en plena sien. La sangre y un montón de líquidos residentes en el interior del cráneo saltaron al exterior derramándose por la mesa hacia abajo e impregnando la máscara de Skinface, que saco la lengua para degustar una gota, mezcla de sangre y de líquido cefaloraquideo, que corría por su mejilla. La gota se transformo en una nueva explosión de sabor desconocida por Cara de Piel y entonces en un afán de saciar la sed que en aquel momento le acució, introdujo su cara-mascara en el tremendo boquete abierto por el taladro y comenzó a succionar con gran saña.

La persona torturada estaba ya al borde de la inconsciencia y de manera involuntaria, a consecuencia del dolor y del pánico, se hizo sus heces encima, detalle que no resultó grato para Skinface. Como una exhalación, Cara de Piel bajó los pantalones de su conejillo de indias y agarró los excrementos para conducirlos hacia la deformada boca de la víctima. Los introdujo dentro, y al percatarse que el aparato digestivo del hombre ya no funcionaba y por tanto ya no podía tragar, Skinface propició con el puño cerrado un violento empellón, con el fin de facilitarle la digestión. Fue algo brutal. La violencia del golpe hizo que Cara de Piel hundiera su puño hasta el mismísimo estómago del pobre desgraciado. Cuando el abominable agresor cayó en la cuenta de donde tenía la mano, no dudó en agarrar el buche y sacarlo por el mismo deformado orificio por donde había introducido el puño. El epigastrio, al sacarlo, continuó con sus movimientos peristálticos que actuaron como una especie de bomba que expulsaba cantidad de jugos, sangre e incluso una masa viscosa amarillenta que Cara de Piel reconoció como parte de los alimentos que en aquel momento poseía el estómago.

Cansado de ver llorar al hombre, Skinface le arrancó los ojos y los metió en una bolsita al vacío, para que el aire no los pudriera. Lo mismo hizo con los genitales, que fueron arrancados de cuajo. Ambas bolsas las metió en una nevera que actuaba como almacén de órganos. Piernas, brazos, dedos, cabezas, ojos, pulmones, intestinos,... Parecía la despensa de un caníbal.

Tras arrancarle los genitales, quedó al descubierto la vejiga de la orina, y tubo la brillante idea de que si estiraba de la vejiga extraería de su interior la mayor parte de los intestinos, y así lo hizo. Dio un terrible estirón que originó todo un documental de convulsiones en su víctima, y efectivamente como había calculado, a sus pies, formando una inmensa plasta, se encontraban tanto intestino delgado como grueso. Estaba disfrutando más que nunca. Para finalizar ya su faena, cogió su arma más preciada, una sierra mecánica. La encendió a toda prisa. En su cara se veía una macabra expresión de placer. Empezó por una pierna, luego otra, más tarde un brazo y finalmente la cabeza. Se produjo una estampida de sangre y viscosidades. Era como si el cuerpo de su víctima hubiera reventado. Todo se torno de color rojo entremezclado con algo verdoso y amarillento. Las paredes se inundaron de residuos y pequeños trozos de carne y grasa humana. Skinface no cabía en si de gozo, parecía un niño con un juguete nuevo, pero valla juguete, una sierra eléctrica.

Cuando hubo terminado con el cuerpo por completo, llamó a sus dos hermanos y al abuelo y se prepararon para un auténtico festín de sangre en el comedor. Bendijeron la mesa y se sumieron en una macabra necrofagia.

Una vez terminada la cena se marcharon a sus camas, hechas con huesos y pieles humanas y después de rezar sus oraciones se dispusieron a dormir.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails