El Neonazi

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Yo estaba bastante perturbado por la dramática pérdida de mis padres en un accidente de coche muy extraño y encontré refugio en la extrema derecha, en un grupo de skinheads neonazis.

Ese día iba solo por la calle, sin mis colegas, y vi a un payaso que se estaba dando el lote con una tía. Que asco, pensé. Fui corriendo y sin venir a cuento los separé. Eche la cabeza hacia detrás y le di un cabezazo al chico en toda la nariz. Se la partí. La sangre salía con fuerza de sus deformadas fosas nasales mientras la chica no dejaba de gritar. Me giré hacia ella y con un puño americano la golpeé en los dientes una y otra vez hasta que pude ver sus encías sangrantes sin un solo diente. Mi puño americano quedó destrozado, igual que su boca. Luego saqué otro puño que llevaba incorporada una hoja afilada de unos 25 cm. La pase suavemente por la garganta de la chica la tiempo que brotaba la sangre de su cuello. El movimiento hábil que desarrollé me permitió ver la traquea, el esófago, la vena yugular y la arteria carótida.

El muchacho me miraba aterrado. Yo me miré mis botas con punta de acero y luego miré sus piernas. Le di solo dos patadas, una en cada rótula, y le dejé las piernas inútiles. Se doblaban en los dos sentidos, el normal de toda la vida y el anómalo en el que la rodilla se mete hacia atrás y la cadera y el pie quedan hacia alante. Cayó al suelo desplomado y entonces lo vi claro; su cabeza me esperaba. Le di varias patadas en su cráneo hasta que comencé a ver algo que parecía su cerebro que empezaba a salir por uno de los lados de la cabeza. Ahora el chico estaba tumbado en la acera con las piernas deformadas y al cabeza bañada en sangre, materia gris y líquido céfalo-raquídeo. Cogí nuevamente el puño americano con la hoja de 25 cm. y lo puse en su boca, de lado a lado. Lo que trataba de hacer era separarle la parte inferior de la cabeza de la superior a la altura de la boca. Tuve que hacer mucha fuerza pero al final lo conseguí. Se oyó un chasquido, como el que suena al pisar un cristal de botella, y la parte superior de su cabeza rodó unos metros hasta que chocó con la rueda de un coche que la reventó al pasar por encima. Por la presión de la rueda los ojos salieron disparados y se quedaron en el suelo a la espera de otra rueda que los aplastara. Así fue. En la calzada había una plasta craneal que parecía un devuelto.

El resto del cuerpo del chico seguía allí tirado con algún rastro de vida pero que poco a poco se fue apagando con los últimos restos de sangre que salían por lo que quedaba de cabeza. Por cierto, se le podía ver la lengua en todo su esplendor y he de reconocer que es bastante grande, de hecho ahora mismo la estoy viendo porque se la arranqué y me la guardé para al llegar a casa meterla en un bote con formol donde poder contemplarla como ahora.

A la chica la di unas cuantas cuchilladas en la espalda para poder arrancarle la médula. De uno me llevaba la lengua y de otro la médula. Me costó mucho trabajo, porque su columna vertebral y la sangre que salía me impedían la visión. A fin de mejorar esta, tuve que arrancarle unas cuantas vértebras que me dejaran el camino despejado a la preciada médula. También me las guardé y por fin lo conseguí. Tenía la medula, que era como un largo espagueti grisáceo teñido de rojo por la sangre.

Cuando creí que ya bastaba de hacer el tonto me fui al Santiago Bernabéu ya que si no, me perdería el partido que esa misma noche jugaban el R. Madrid y el Villareal.

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