Habían salido las notas, supuse que no debería de tener problemas para aprobar la asignatura ya que era la que mejor me había salido, pero no había contado con que el muy hijo de puta iba a hacer lo que estuviera en sus manos para joderme el verano, yo sin embargo, no estaba dispuesto a que esto quedara así. Cogí mi kit de bricolaje en la mochila y fui directamente al despacho del profesor que me aguardaba con una sonrisa hipócrita que me resultaba inaguantable. Hojeé el examen y como me suponía comprobé cuales habían sido sus intenciones al corregirlo, así q sin mediar más palabra, saqué de mi mochila un martillo de grandes dimensiones y le aseste un terrible golpe en la cara, que le hizo desaparecer la hipócrita sonrisa que tanto odiaba de golpe. Su boca estaba destrozada, se podían ver los dientes como colgaban de las encías desgarradas por el golpe, sus labios estaban partidos en mil pedazos y brotaba gran cantidad de sangre, que recorría todo su cuello para empapar su siempre blanca y reluciente bata. Emitió un tremendo alarido de dolor, que no hizo sino animarme a seguir con mi tortura. De golpe, vi como empezaba a tener arcadas, como si fuera vomitar, no estaba dispuesto a ello así que le cerré con todas mis fuerzas la boca mientras con la otra mano le daba un tremendo puñetazo directo al estomago, fue entonces cuando se me puso a llorar el muy cabrón, pidiéndome por dios que tuviera compasión. Me hicieron mucha gracia sus suplicas de compasión y le respondí:
-Para empezar no creo en ese puto dios por el cual me pides clemencia y además voy a tener la misma compasión que has tenido tú al corregir mi examen.
Advertí el gran amor que sentía hacia su dios, así q me propuse complacerle, estire la mano y cogí un Jesucristo crucificado de grandes dimensiones que colgaba de la pared y se la clave por el culo, metió un terrible grito de dolor, pero no estaba dispuesto a parar, intente sacársela para seguir con la tortura pero la cabeza de Jesucristo ligeramente inclinada hacia delante me impedía hacerlo, ya cansado, tiré con todas mis fuerzas lo cual provoco que además de la cruz también arrancara parte de los intestinos. Viendo lo que había conseguido no dude en tirar de ellos con mas fuerza si cabe, de golpe se produjo una estampida de sangre, todo se torno de rojo junto con viscosidades de color verdoso y amarillento, la sangre brotaba abundantemente lo que me encantaba, tire los intestinos y me dispuse a seguir. El cabrón de él sufría tremendas convulsiones y no hacia mas que meter unos tremendos alaridos que ya me estaban sacando de mis casillas, así que introduje mi mano en su deformada boca, agarre su lengua y tire con fuerzas de ella, en su boca se había formado una enorme plasta de sangre coagulada entremezclada con sus propios vómitos lo que le daban un aspecto nauseabundo. Tenia su asquerosa lengua en mis manos, la había arrancado de cuajo, era un deforme trozo de carne viscosa, aún se retorcía entre su propia sangre. La tire al suelo y la pise con fuerzas, pateándola con todas mis fuerzas, cuando acabe con ella solo quedaba en el suelo una mezcla de carne sanguinolenta de aspecto vomitivo. Bien, ahora ya no me ensordecería mas con sus estúpidos alaridos, y podría seguir con mi trabajo en paz.
Me pareció que ya era hora de dejar de jugar y empezar con el trabajo en serio, le tumbé encima de la mesa en la que ya había un gran charco de sangre que empezaba a coagularse y en la que aun estaban sus sangrantes intestinos. Cogí el martillo con el que le había reventado la boca y alcanzando unos clavos de grandes dimensiones de mi mochila lo clave a la mesa, ahora ya no podría moverse. Entonces, saqué mi sierra eléctrica y la enchufe. Él al oír el chirriante ruido de la sierra supuso lo que le venia encima, pero no tuvo que esperar mucho para confirmar sus sospechas, rápidamente hundí el disco de la sierra con gran ímpetu en el pecho de aquel subnormal, y entre enormes convulsiones que no hacían sino confirmarme que iba por buen camino, seguí con mi tarea, fue como una explosión, era como si hubiera reventado por dentro, todo el despacho estaba lleno de salpicaduras de restos del estomago y de los pulmones, entremezclados con una gran multitud de vísceras junto con pedazos de todos los tamaños de carne y piel desgarrados por la propia sierra en sus continuos viajes de entrada y salida.
De repente, me di cuenta de que el muy cabrón estaba moviéndose cada vez menos, si no me daba prisa, no podría acabar mi venganza con él vivo. Así que solté mi sierra y pille el taladro que había pillado de una obra cercana a mi casa, la broca era enorme, me dirigí a su enorme cabeza y empece a intentar clavársela, sin embargo la cabeza no hacia mas que vibrar lo que me estaba dificultando enormemente que la broca penetrara finalmente en su estúpida cabeza. Sin dudarlo, me subí encima de la mesa y pisé con gran fuerza la cabeza del moribundo profesor, los ojos no resistieron tal presión y reventaron, esparciendo en mis botas humores oculares junto con gran cantidad de sangre, fue entonces cuando la broca finalmente logró atravesar su enorme cráneo y se hundió en lo más profundo de su cerebro, muy pronto empezó a salpicar gran cantidad de una mezcla de liquido cefaleoraquideo mezclada con grandes cantidades de sangre que brotaban ya por todo su cuerpo, a todo esto se unían pequeños trozos cerebrales que salían despedidos de su cráneo. Con esto me di por satisfecho, recogí mi kit de bricolaje en la mochila, le metí una patada en él estomago para que se acordara bien de mí mientras moría desangrado, sin poder escapar ni gritar, y me volví a casa pues tenia que empezar a estudiar el examen que nos pondría su sustituto en septiembre.
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