Aquel día, como siempre, quedamos en el parque a las 5. Yo me dirigía me allí con toda mi buena intención del mundo cuando dos tíos que no conocía me agarraron y me cardaron hasta dejarme toda la cara magullada. Juré venganza, una venganza que no olvidé.
Ahora tengo 18 años. Nos dirigíamos a cambiarnos para ir a una fiesta en mi Súper Renault 5 Turbo-Maqueado con dos amigos, Felipe y Víctor. Yo iba al volante, Felipe atrás y Víctor en el asiento del copiloto. Íbamos contentos (semiborrachos) pero a un así mantenía la dirección del coche bien.
Nos paramos a echar una meadilla en un edificio en obras. De repente oí a dos personas salir de un sitio del solar en penumbra. Nos miramos a los ojos y allí estaban: los dos tipos que me soltaron la paliza aquel día.
-¡Qué agradable coincidencia¡!Volvemos a vernos¡
Ellos intentaron huir, en vano ya que Felipe y Víctor les cortaron el paso.
-Veo que han cambiado las tornas. No sabéis lo que os espera.
Entonces comenzó la tortura (y la fiesta para nosotros).
Tras apalearlos con unas palancas que había allí, atamos a uno en un andamio con los brazos estirados y las piernas colgando y al otro lo tiramos al suelo. Cogí una pala y le clavé con todas mis fuerzas la pala en la boca. Le partí todos los dientes y le corté la lengua (al sacarlos tenía la lengua y los dientes pegados a la pala). El tío soltó un alarido de dolor que quedó acallado por una bocanada de sangre, vómitos, saliva y demás condimento que soltó a la vez que gritaba. Nosotros nos estábamos partiendo el culo por que sonó como cuando hablas debajo del agua pero más fuerte. Acto seguido le partimos las piernas y los brazos (el codo y la rodilla le sobresalían por la parte inferior) en un vano intento arrancarle los miembros. Al final se los arrancamos con ayuda de un pico, con lo cual quedó solo el tronco y la cabeza. Con la pala le abrimos en canal y le desparramamos las tripas. Entonces Víctor le cogió un riñón y se lo metió por la boca, pero no podía tragar así que Felipe le asestó un puntapié en la cabeza que se la reventó. Los sesos empaparon el andamio y se oyeron unos gritos provenientes de allí. ¡Aún quedaba el otro!¡Seguía la diversión!.
Al otro le sacamos con la espátula uno ojo y se lo hicimos tragar. ¡Cómo chillaba el cabrón! Pero si pensaba que todo acabaría allí... El tío suplicaba su muerte. Felipe dijo:
-Relájate y espera, aún no sabes lo que es el dolor verdadero.
Entonces se me ocurrió una brillante idea: le metimos un gancho en la cuenca del ojo y atamos la cuerda a la vaca del coche. Víctor arrancó el coche y el espectáculo fue increíble. La cara le salió volando por los aires haciendo un ruido semejante al que se oye cuando pisas una bolsa de patatas fritas con furia. La imagen que presentaba el pobre desgraciado fue esta: una especie de hondonada donde antes estaba la cara. Solo se le reconocía un ojo, la lengua en todo su esplendor, un trozo de lo que parecía ser el cerebro y trozos de piel colgando. Víctor pilló carrerilla con la pala (que ya empezaba a ser un objeto fundamental en nuestra tortura) y se la hincó con todas sus fuerzas en un hombro. El brazo cayó al suelo con un ruido sordo. Lo mismo hicimos con todas sus extremidades. Al final solo quedó el tronco ,con dos muñones que se extendían hasta la rodilla y el codo, y la mitad de la cabeza.
Decidimos terminar con su vida (no por compasión sino por que se estaba atragantando con su propio ojo). Decidimos hacerlo entre los tres. Utilizamos la grúa.
Le atravesamos con el gancho uno de sus muñones y lo elevamos. Ninguno de los tres sabíamos de mecánica así que empezamos a tocar todos los botones. Lo estampamos contra un andamio y reventó. Vimos como empezó a llover sangre, trozos de carne, astillas de hueso y, para poner la guinda en el pastel, el cerebro, que cayó con un sordo (y divertido) !PLOF¡.
Tras reírnos con ganas, nos bebimos unos litros y recordamos que teníamos una fiesta dentro de una hora. Fuimos a ponernos nuestras mejores galas a nuestras respectivas casas y quedamos para ir a la fiesta. ¡Ah! Me quedé con su cara y me la colgué en mi habitación.
(Este es mi primer relato, espero que os guste)
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